SALVADOR DALI EN VOGUE.
ENTREVISTA DE WALDEMAR VERDUGO.
viernes, 18 de abril de 2014
SALVADOR DALÍ.
FRAGMENTO DE "GENTE NOTABLE"
Entrevistas de Waldemar Verdugo Fuentes publicadas en revista Vogue y periódico Unomásuno de México, en periódico Prensa Libre de Guatemala, en revista Caras y periódico El Mercurio de Chile, citados en Hemerografía final, a Tenzin Gyatso XIV Dalai Lama de Tíbet, Claudio Arrau, John Huston, Dorothy Lamour, Anthony Quinn, Luis Miguel "Dominguín", John Hurt, Salvador Dalí, José Donoso, Ninón Sevilla, Mario Moreno "Cantinflas", Gilbert Becaud, Leonard Bernstein, Joan Manuel Serrat, Yehudi Menuhin, Charles Aznavour, Plácido Domingo, Andy Warhol, Raúl Ruíz y Nicanor Parra. Inscripción Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Departamento de Derechos Intelectuales Antología Entrevistas, Chile. ISBN 9789563535624
http://www.amazon.com/dp/B00IIUDTTS
sábado, 22 de noviembre de 2008
SALVADOR DALI EN VOGUE-MEXICO.
SALVADOR DALÍ:
"Yo Soy el Arte Moderno".
Por Waldemar Verdugo Fuentes.
Publicado en VOGUE, marzo de 1982.
Republicado en Sábado de UNOMASUNO Ciudad de México, Réquiem a Dalí.
Sucedió el 14 de octubre de 1980, en la casa del artista en Port Lligat. Llegué a tocar su puerta sin ningún tipo de cita previa, esperando que me dijeran que Dalí no concedía entrevistas o algo así, por más que se tratara de Vogue. Pero mi sorpresa fue mayúscula cuando me hicieron pasar inmediatamente y dijeron que el artista nos esperaba. Y lo hacía en la Sala del Caracol de su mansión.
-Bien -dijo Dalí-, le advierto que todo lo
que se dice es absolutamente falso. Enrique Sabater ha sido nuestro amigo y
colaborador y su ayuda ha resultado inestimable para nosotros (él y Gala, su
mujer) durante los últimos 10 años...
Así comenzó nuestra conversación, que duró
unas dos horas, absolutamente debido a una casualidad a la que me llevó la idea
(genial) del fotógrafo Marc Deniers, quien insistió que, ya que estábamos tan
cerca de la casa de Dalí, tocáramos a su puerta. El caso es que diversas
personalidades españolas habían desplegado por esos días una campaña en contra
de la -se decía- funesta influencia que ejercía sobre el artista este señor de
nombre Enrique Sabater, que hacía años fungía de secretario privado de Gala y
Dalí. Nunca supimos por qué el periodista que esperaba no llegó nunca, pero lo
atribuimos a las estrellas. Supongo que cuando Dalí se enteró, porque el hombre
debió llegar al fin, dentro de su inmensa, terrible apatía, habrá esbozado una
sonrisa. Hacía poco que había cumplido 76 años y su estado de salud le hacía
parecer de mucha mayor edad. Hablaba perfectamente pero sus movimientos eran
achacosos. El aseguró que trabajaba tres horas diarias, y dijo que eran
absolutamente infundadas las noticias que hablaban de que sufría del mal de
Parkinson. Recuerdo que en repetidas ocasiones alzaba la mano -que no temblaba-
para asegurarse y asegurarme que su pulso estaba bien. Sin embargo, en momentos
parecía confuso y mezclaba indiscriminadamente los idiomas castellano, francés
y catalán. Dijo algo respecto a que se había negado siempre -y en forma
rotunda- a aprender inglés, para que en USA sólo apreciaran su obra y no sus
palabras, "que mi obra allá me proporciona muchos dólares y mis palabras
nada".
En todo caso, fue muy cordial, y su
referencia a la situación con Sabater fue sólo cuando llegamos, dando la
impresión que había accedido a hacer la declaración por insistencia de Gala.
Luego, ante una pregunta mía, hizo un comentario favorable acerca del tono para
hablar común a los chilenos, se levantó y me pidió que tomara algunos libros y
textos que tenía en una estantería cercana, pidiéndome que leyera para él
párrafos sueltos, escritos que aludían a su propia obra. Nos detuvimos en uno
especialmente que era una conferencia que había escrito hacía unos 40 años, y
que tituló: "Pinturas surrealistas e imágenes paranoicas", en la que
dice en ciertos párrafos:
"Soy el primero en sorprenderme, y muy
a menudo me aterrorizo de las imágenes extravagantes que aparecen fatalmente
sobre la tela. Verdaderamente yo soy nada más que el autómata que las registra,
sin juzgar, y tan exactamente como es posible, el dictado de mi subconsciente,
mis sueños, las imágenes y visiones hipnagógicas, y todas las manifestaciones
concretas e irracionales, del mundo oscuro y sensacional descubierto por Freud,
descubrimiento de una importancia capital para nuestra época, que toca las
raíces, las más profundas del espíritu humano."
"El hecho de que yo mismo no comprenda
el sentido de mis pinturas en el momento en que las pinto, no quiere decir que
no lo tengan. Al contrario, es un sentido tan profundo, tan sistemático y tan
complejo que la interpretación debe de ser absolutamente científica..."
"El público ha de extraer su placer de
recursos ilimitados, de misterios, enigmas y angustias que estas imágenes
ofrecen al subconsciente del espectador; expresan el lenguaje secreto y
simbólico del inconsciente, cosa que viene a decir que las imágenes
superrealistas son perfectamente comprendidas por aquello que hay de más
profundo en el espectador y producen exactamente, de inmediato, el efecto
poético por el cual son destinadas, de la misma manera que cuando el espectador
protesta y cree conscientemente que no le han hecho nada..."
Dalí no es en absoluto amanerado. Recordó
constantemente a Luis Buñuel y, entonces, comentó que tenía un proyecto muy
bueno para trabajar pronto junto al cineasta. Le comenté lo bella que era su
casa, y dijo que se la habían comprado a una mujer que había tenido como
huéspedes a Picasso y a Eugenio D’Ors, pero que le habían dicho que estaba
ahora enclaustrada en un manicomio. Nos acompañó en ciertos momentos un señor
muy humilde de nombre Isidoro Bea, que se sentaba discretamente a observarnos y
luego desaparecía, para volver a entrar y en la misma actitud estar unos
momentos y repetir el acto: nunca habló, pero hoy sé que se trataba de uno de
los colaboradores más queridos de Dalí, un excelente escenógrafo y autor de
gran parte de los fondos de las telas dalinianas. En un momento Dalí me
preguntó si yo creía que Gala iba a morir: no supe qué decir, y él siguió conversando
de otra cosa. En un momento la misma pregunta le hizo a Bea, quien tampoco
respondió. Cuando volví a México, éste es el texto que publiqué.
El "divino" Salvador Dalí habita
en una de las zonas más bellas de la costa catalana, en Cadaqués. Su mansión se
levanta junto a las tranquilas aguas marineras de Port Lligat, un pequeño
puerto natural que se ha convertido en fuente de inspiración para el pintor
vivo más famoso de nuestra época. Allí, Dalí y Gala, su compañera y musa,
alimentan con la paz de este rincón envidiable la creatividad del genio.
El camino de Cadaqués a Port Lligat está
sembrado de piedras, hoyos y tierra sin pavimentar, lo cual constituye una
especie de muralla natural de dificultades que evitan la llegada masiva de
bañistas y curiosos. Ello permite que ese rincón mantenga el aire paradisíaco
que le caracteriza en toda la zona. Así, el visitante no encontrará -fuera de
la temporada turística- más que a una pareja de la guardia civil y a un
reducido grupo de pescadores que se ocupan en sus tareas del mar. Ellos son
prácticamente los únicos que conocen bien a Dalí en su rincón cotidiano.
La mañana que visitamos a Dalí se hallaba
ocupado en una composición escultórica. Descansa una mano sobre su obra, con la
otra me saluda. No sé si besar su mano como lo hubiesen hecho los caballeros
del siglo XV o apretarla efusivamente, así es que opto por entregarle una rosa
roja que le llevábamos; le agrada que no tenga espinas y no se separa más de la
flor. Tal fue la primera impresión que recibí. Los pelos alborotados muy
blancos dejaban paso a la intensidad de su mirada inquisitiva y potente. Dalí
ama la publicidad pero no permite cualquier intromisión a su privacidad.
-¿Cómo está usted maestro?
-Ay, ay, ay, ¿maestro? ¡Yo soy un desmaestro, porque todo aquel que me
sigue se pierde!
-¿Se pierde?
-Yo me pierdo para encontrarme. Me desvisto
y me encuentro lleno de pelos. Es por eso que el pensamiento está recubierto de
pelos. También la memoria tiene pelos. En realidad sólo tiene importancia lo
que existe por estar recubierto de pelos, y como todo está recubierto de pelos,
todo es importante.
-¿Se refiere a la importancia de la imagen?
-¡Ay! ¡Eso es demasiado conceptualista! A la
cosa hay que tocarla con los dedos, tomarla, besarla, acariciarla. ¡Es muy
importante tocar!
-Entonces ¿ya no le interesa la promoción?
-Todas las promociones son válidas hasta
agotar el número, ¡ay! el suave placer de no intentar la promoción, ¡de ser la
promoción!
-¿Qué está haciendo ahora? ¿Qué está
creando?
-Una modelo muy genial, muy fuera de lo
normal, de una belleza extraordinaria; quizás es hombre; ¡no! ¡es mujer! Porque
viene, se quita la ropa, y yo la cubro con cold
cream. Es mitad mujer y mitad hombre, es un ángel. Realizaré con ella-él
una marcha triunfal... invitaré a la policía. Tomo a esta modelo de belleza
extraordinaria, toda cubierta de cold
cream, y la apoyo sobre la tela y la aprieto. Después viene la policía y
saca las huellas digitales, pero no tiene, y la policía es llevada por la
policía.
-¿Y luego?
-Haré otro con los Grateful Dead (un grupo
de rock originario de San Francisco, California). ¡Ay, ay! ¡Qué erótico es ese
señor!
-¿Cuál señor?
-¡La Potasa! (se refiere a un travesti
dominicano que desfilaba como mujer en presentaciones de grandes diseñadores en
New York, sin ser descubierto hasta que él mismo lo hizo público en una
conferencia de prensa en que le acompañó Dalí). ¡También es muy erótica y muy
erótico. No sé. Todo el mundo me conoce y yo no conozco a nadie. Soy Dalí. En
París reconstituí el paisaje de Por Lligat con el trasero de 30 enanos, y ¡fue
excitante!
-¿Excitante?
-¡Ay sí! Lo que más excita es lo
monstruoso... Lo erótico es lo rechazante; me excitan los ángeles, me gustaría
hacerlo con ángeles. ¡La gente común de verdad no tiene interés! ¿Qué interés?
¡Ni para mirarla! Me gustaría ver hacerlo a un delfín, el delfín es muy
erótico...
-Entonces ¿no le gusta la gente?
-Me gusta toda la gente. Todas las personas
tienen algo; el que tiene una nariz horrible, de pronto tiene una boca
maravillosa; el que tiene pies deformados, de pronto tiene un blanco de ojos...
unas pupilas muy lindas, ¡muy lindas pupilas! ¡Eso haré! ¡Dos ojos! Que
crecerán mientras más se miran, hasta abarcarlo todo, asfixiarlo todo,
desaparecerlo todo... Me gusta mucho el mundo exterior. No puedo quedarme sin
jugar con esta ¿flor? No es una flor, es una rosa, y una rosa es todas las
flores y ninguna. No puedo dejar de jugar, de estar sin jugar con la realidad,
y esto es real, una flor es real, todo es real, Port Lligat es real, ver, ver,
ver, ¡oh! ¡Ver!
Las aguas y los delicados acantilados de
Port Lligat, los mismos que ahora contemplaba con Dalí, sentado de preferencia
frente al escenario natural, han tomado cuerpo en infinidad de sus pinturas. De
pronto, resulta como difícil ajustar aquella visión de la naturaleza a su obra
y tomarla como surrealista. Sin embargo, en su presencia, el límite entre lo
real y el sueño parece como fundirse para ser uno y otro lo mismo, en una
superposición perfecta. La realidad concreta de la casa de Dalí, sus pelos
enredados, su mirada que me estudia, las manos escuetas que tratan de avivar
uno, dos, tres, más objetos... Marc tomando fotos de cuanto ve, como un niño
encantado con lo que ve, todo junto, en un mismo momento, parece un cuadro tan
real.
El cuadro se rompe a veces con el ruido de
un leve chapoteo del mar que golpea el discreto muelle que nace de la casa,
pero no lo rompe, no, lo complementa, le pone la música de fondo al mundo de
Dalí. Nos invita a cruzar a uno de los espacios interiores, a través de un
estrecho e irregular pasillo de cuyas paredes cuelgan toda clase de
instrumentos propios de los marineros; al final, una abertura en forma de
negativo de pirámide da paso a un pequeño patio mediterráneo. Bellas
ornamentaciones, decó y de diversas facturas, adornan los alrededores. Se
instala junto a un gran muñeco, al borde de un jardín arabesco, recostado en
almohadones vigilado por cabezas de animales salvajes disecados. Le pregunto de
pintura, por el estilo que más le atrae, y responde:
-Lo que más me gusta es la pintura hiper
realista, los pintores que copian exactamente una foto. Yo lo dije e hice
siempre: lo que vemos en las cosas no está en ellas, no está en las cosas; está
en nuestra alma: lo que vemos en las cosas está en nuestra alma, no en las
cosas... cuando un tonto copia una foto, le sale una tontería; si Velázquez
copia una foto le sale un Velázquez. Los artistas copian lo que ven; es como en
el amor, es lo mismo: la imagen entra por los ojos y sale por el sexo. En
pintura es lo mismo: entra por el ojo y sale por la punta del pincel.
-¿No cree posible tener, por decir así,
imágenes exteriores?
-No, no, no, no... Siempre viene desde
adentro.
-¿Y los ciegos?
-Se excitan porque tienen visiones.
Todo en Dalí es súbito. De repente se queda
extasiado mirando algo; veo y es una bella modelo que acaba de entrar y que se
instala a esperarlo a unos metros; es una mujer muy sugestiva, extraña, de
rasgos finísimos. El grita:
-¡Oh, oh, oh! ¡Es un pierrot! ¡Oh, oh!...
-¿Le fascina?
-¡Noooo! ¡Síííí! Este pierrot es angelical y
es de Norteamérica. Para mí es el contacto España-New York. ¡Es taaan
norteamericana! Todo eso que ella tiene me fascina mucho, le tendré que dar un
beso en la punta del bigote, cuando le pinte uno... ¡Nooo! ¡Oh, noooo! Miraré y
no tocaré. ¡Pregunta algo!
-¿Qué piensa de Picasso?
-No a mí. Pregunta al pierrot lo que se te
ocurra.
-...no se me ocurre qué preguntarle.
-Oh bueno, pregúntame a mí algo.
-¿Qué piensa de Picasso?
-¡Ay, lo he dicho tanto! Debes leerme un
texto de una conferencia que di hace treinta años, pienso igual.
El
texto decía (fragmento): "Señores: Como siempre pertenece España al mundo
de los máximos contrastes. Esta vez es la persona de los dos pintores más
antagónicos de la pintura contemporánea: Picasso y yo, servidor de ustedes.
Picasso es español; yo, también. Picasso es conocido en todos los países del
mundo; yo, también. Picasso es comunista; yo, tampoco."
Dalí manifiesta deseos de besar a la
modelo-pierrot, y la despedida se abre paso con un Moët et Chandon rose, que
nos ofrece sin ninguna ceremonia. La conversación ha abarcado diversos y nada
comunes temas, y otros cotidianos como la situación mundial ("es única,
definitiva, sublime ¡qué miedo!"); los problemas ("vienen-se-van-vienen-se-van-vienen-se-van...");
la belleza de Port Lligat, las exigencias del artista y las obligaciones a que
puede verse sometido. De lo único que se impresiona es de todos los visitantes
que pretenden impresionarlo ("todos quieren impresionarme porque yo a
todos impresiono sin querer, ¡no! ¡Qué digo! ¡Queriendo!"). Está
absolutamente seguro de ser quien es:
-Yo soy el arte moderno. Es que el arte
moderno es el único vivo que hoy existe, el único vivo de nuestro tiempo, y el
único que corresponde a la realidad histórica de los tiempos que vivimos, los
cuales en verdad son desastrosos. Yo también soy desastroso. Pero yo soy Dalí.
Cuesta trabajo desprenderse de él, olvidar
Port Lligat, donde las embarcaciones van confundiéndose en el paisaje marino
bañado cada vez más de azul nocturno. Abandonamos la casa de Dalí mientras del
suave chapoteo del agua entre las rocas parece como si arrancara un entramado
de notas raramente musicales.
En papel vegetal en VOGUE y unomásuno-México
(c)Waldemar Verdugo Fuentes.Fragmento del libro "Gentes Notables".
SITIO RAIZ
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